La comunidad Pantokrator, creada por González (centro), se reúne en el segundo piso de una tienda de pinturas en Bosa y es considerada por sus miembros como una segunda
Un limpio punteo de una guitarra eléctrica da la bienvenida a las más de cien personas que asisten a las ceremonias de la comunidad Pantokrator, un grupo de metaleros, punks, rockeros, góticos y hard cores cristianos evangélicos que, encima de un local de pinturas en Bosa, en el sur de Bogotá, oran de una manera bastante peculiar.
“Somos rockeros que predicamos el evangelio de Jesucristo a donde las iglesias clásicas no llegan por miedo o tradición”, explicó Cristian González, el pastor de la comunidad y quien a los 16 años se internó como misionero en la Asamblea de Dios y dos años más tarde inició un seminario bíblico en el que estudió Teología.
A partir de entonces, aunque se pensara lo contrario, vio que algunas personas vestidas de negro, tatuadas, con piercings y de pelo largo o peinados extraños también quieren acercarse a Dios.
“No somos una iglesia de metaleros. La diferencia con una iglesia común está en la forma: aquí tocamos metal, pero nuestra estructura es Cristo”, indicó a PUBLIMETRO González, de 31 años y quien conformó esta comunidad en 2003.
Las de este centro de oración están divididas en dos: los miércoles tienen un grupo de estudio teológico, al que acuden unas 20 personas; y los sábados en la noche, durante dos horas, realizan sus alabanzas, a las que asisten entre 150 y 200 personas.
Estas ceremonias empiezan, en los primeros cinco o diez minutos, con las personas adhiriéndose al culto con una reflexión bíblica.
Luego inicia la alabanza, en donde, al ritmo del heavy metal, estos jóvenes danzan ‘pogo’, un baile en el que se sigue el compás de la música con puños y patadas.
“La idea no es agredirse, porque hay padres de familia que en ocasiones vienen a orar. Sólo buscamos disfrutar”, dijo el pastor.
Una vez termina el miniconcierto, la calma vuelve a este poco ortodoxo templo. Los rezos finalizan con una predicación y unas palabras del pastor, como en cualquier otra ceremonia cristiana.
Históricamente el rock pesado ha sido catalogado por sectores conservadores como música diabólica o satánica. La comunidad Pantokrator no ha sido la excepción. “Sí hay personas que no están de acuerdo, pero también hay quienes nos apoyan”, aseveró González.
“Dios no juzga por apariencias, sino por cómo es la persona”, concluyó el pastor, quien, al igual que sus feligreses, se viste de negro, usa camisetas de bandas de metal y ha escuchado rock and roll toda su vida.
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