Una clase de fútbol dio Román, como en sus mejores tiempos, como en aquella Copa del 2007 cuando dio lo mejor que tiene, y llevó a Boca de la mano hasta . Riquelme fue determinante durante todo el partido, de principio a fin, primero con una asistencia exquisita a Insaurralde, de tiro libre, rasante, buscando una pierna que desviara la pelota al gol. Luego con los ojos bien abiertos para capturar una pelota perdida en defensa y servirle el 2-0 a Mouche. Y al final, el moño, se encargó de ponerlo él mismo. Una perla que coronó la noche de Boca y de Román.
Ahora, ya en cuartos de final una vez más, a la espera de Fluminense o Inter, que este jueves se enfrentarán en la revancha tras el 0-0 de la ida. Si el primero, Boca define la serie en Río de Janeiro. Si gana el segundo, el partido de ida será en Porto Alegre. Pero la Copa, por ahora, es capítulo cerrado. La cabeza, aunque cueste reacomodarla tan pronto, ya está en Vélez. Porque el plantel se fue de la cancha al aeropuerto, para tomar el chárter de regreso a casa, y hoy mismo hay trabajo en Casa Amarilla para los suplentes y los que jugaron poco en el Santa Laura. Ahí probará a Sánchez Miño, titular por Clemente, habrá que revisar bien a Roncaglia y ajustar las tuercas flojas.
¿Y ahora con Vélez? ¿Titulares o suplentes en una final de campeonato teniendo en cuenta que el miércoles habrá Copa? En una Libertadores en la que por ahora no hay ningún cuco, en la que hay mucha paridad, en la que además ya pasaron Vélez, Libertad, Corinthians, Boca se ilusiona con la luz que la da Román. Porque aunque la Copa la juega Neymar, por ahora no se vio a ninguno como este Román. Pero antes, este domingo, se viene otra final. Lo que más le gusta y mejor juega Boca.
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